Algunos momentos musicales de mi verano particular 2014, y dejémonos del plasta del Enriquín:
El Mesías. Me lo estoy aprendiendo. Me he acordado de la madre de Georg Friedrich varias veces: la pieza es difícil hasta decir basta. Pero bueno, quieres caldo toma dos tazas, sarna con gusto, and the glory of the Lord shall be revealed.
Lo más parecido que ha habido para mí a canción del verano 2014 ha sido la de un anuncio de chicle. Estos son unos franceses que hacen punk de garaje (déjà écouté, pero igualmente); su disco de debut, de este año, comienza con este tema con título de año revolucionario:
Varias en Portugal. Hay una "radio Amália Rodrigues", en serio. Cuando la pillamos, salió esta versión de un tema italiano:
Me vuelve a parecer que la música portuguesa es esa gran desconocida. Esto se parece más a Dylan que a Amália; el que lo canta no es precisamente un recién llegado.
Más en portugués, pero del otro lado del charco: la historia de un ratón que se quería casar, coincidiendo con que tuvimos boda sorpresa.
En un idioma primo hermano, el gallego, oí una vez en Radio 3 esta especie de maridaje galaico-brasileiro en forma de versión de Andrés do Barro.
Esta la pillo en una emisora portuguesa normal (normal, no cool de Estambul).
Y la canción de la anécdota del libro musical del verano, que era una historia de la música (y la cultura) disco que nos viene con el discurso de "se hizo comercial y mainstream y se acabó la gracia" (pues vale, señor Cool de Estambul), pero el señor Cool de Estambul, aparte de ser un hacha para describir la música con palabras, nos recuerda una famosa anécdota de Chic, que se llamaron Chic porque eran fans de Kiss (los de las caras pintadas) y Chic es Kiss al revés.
(Los Kiss de las caras pintadas tienen una canción con cierto toque disco, ahora que lo pienso.)
Es nochevieja en el Nueva York del año del punk, el apagón y el Hijo de Sam, 1977. Bernard y Nile alias Chic han quedado con Grace Jones para colaborar con ella en el Studio 54, la discoteca de moda famosa en el mundo mundial. Ellos están encantados, vestidos de marca para la ocasión, y resulta que no están en la lista de invitados, no les dejan entrar por mucho que insistieran, que insistieron mucho, y, para colmo, Grace Jones como que se olvida de ellos, o, por lo que sea, no se enteró de la movida. Fuera, Nueva York, nochevieja, está nevando. Bernard y Nile, tras esperar y esperar y encontrar que se iban a quedar en la puta calle, con sus zapatos de marca empapados de la nieve, deciden pertrecharse de champán, marihuana y cocaína y pasar la frustración en casa. Donde empiezan a liarse con una jam en la que se ponen a tocar y a cantar "que le den al Studio 54". En un momento dado, Bernard le dice a Nile que, ostras, la música no está nada mal, y cambian el "fuck off" de la letra original por "freak out": nace un bombazo de la música negra estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
Y en el siglo XXI... pues también hay quien nos alegra la vida. Pony Bravo, por ejemplo, y reiteradamente.
PD Kate Bush vuelve a los escenarios tras 35 años. Se ha hartado de ver demasiados dispositivos electrónicos desde el escenario. Se comprende. Ver caras y cuerpos de fans mola mucho más.