Entre los diversos tipos de operaciones, hay operaciones triunfo (es noticia la separación de Bisbal, Ave María. Aquí el triunfito más triunfante acompañando a mi queridísima Lady Autotune).
También hay operaciones tipo tormenta del desierto con "nucular weapons". (Por cierto, el ex-presidente Bush hijo no es el único hablante de inglés que pronuncia la palabra "nuclear" de aquella manera.)
Operaciones bikini (aprovechando que estamos en cuasi-verano):
Operaciones matemáticas (aprovechando que estamos en tiempos de Sónar):
Y operaciones bursátiles (aprovechando que estamos en tiempos de crisis):
También tenemos las fantásticas operaciones quirúrgicas (¡yupi!). Yo acabo de pasar por una (¡yupi, yupi!), y la estancia no podría haber sido menos musical: cero patatero con la excepción de la sintonía de uno de los programas favoritos de mi acompañante, que me tuve que tragar en su íntegra belenidad, enterándome así de lo de Bisbal:
Qué envidia de Diego Manrique, que ingresa en un hospital y lo asocia con una de los Beatles.
Entre anestesia y somnolencia y sin permiso de la fina a la par que delicada "princesa del pueblo", he estado leyendo la autobiografía de Ozzy Osbourne, cuyo título en castellano es "Confieso que he bebido". No sé si es precisamente la lectura más apropiada para un hospital, pero con este libro he tenido la misma sensación que con la escena de la sobredosis de "Pulp Fiction": acabas riéndote a carcajadas de situaciones (no sólo la famosa del show donde arrancó la cabeza a un murciélago vivo de un mordisco) que maldita la gracia. No en balde Ozzy se define como payaso, además de irredento politoxicómano y alcohólico de a cuatro botellas diarias de licor heavy metal (coñac o ginebra): a pesar de los pesares, tiene un sentido del humor bárbaro. Y lo curioso del caso es que aún sigue vivo, y que ha habido gente sesuda investigando sesudamente cómo lo ha conseguido.
Y así andamos, comenzando un postoperatorio. Un auténtico planazo veraniego, vive Dios.
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