...de tanto hablar de fallecidos.
La guadaña sigue implacable y se ceba con Scott Asheton, el Asheton que quedaba de los Stooges. De los Stooges originales sólo queda Iggy: si estiramos el famoso chiste, uno de los que quedarán en el planeta tras una guerra nuclear, junto con Keith, Ozzy y las cucarachas.
Pero lo que me deja anonadada es que se matara la diseñadora de moda que vivía con Mick Jagger, y como he hecho el mal chiste de las cucarachas y Keith, no voy a hacer el mal chiste de la satisfaction, pero el suicidio de ella apunta al estereotipo de la relación entre la pela, la celebridad y la felicidad (especialmente cuando el de la pela y la celebridad es tu pareja: el negocio de ella iba mal y estaba endeudada hasta las cejas).
Y ya que estoy, no puedo evitar comentar la intervención de Amanda Palmer en el TED, la organización famosa por sus conferencias sobre temas diversos, desde la educación hasta la deuda externa hasta los cánones de la belleza, con hablantes tan ilustres como Bill Gates o Al Gore o Michelle Obama o Bono de U2. La vi hace poco. Se ponía a hablar del crowdfunding y del sofá-surfing y del crowdsurfing y de que le pinten su cuerpo desnudo, y de que todo ello esté relacionado con la confianza, léase (lo siento mucho) la manera en que usa a la gente - incluidos los músicos a quienes invitó a tocar con ella y a quienes no pagó (o sí: con cerveza y abrazos, qué mona ella) cuando su proyecto crowdfundeado estaba siendo un superéxito: pensaba sacarse 100.000 dólares y se embolsó 1.200.000. (Luego rectificó, a la vista de las críticas.) Como dice un comentarista en el Rolling Stone, vale, ella se pone a hablar de lo maja que es la gente dándole su casa y su sofá y su dinero y ella, ¿qué da a cambio?, el placer de estar con, ¡Amanda Palmer, rock'n'roll star extraordinaire! Mientras tanto, ella con pinta muy okupa y muy punk como la Michelle Shocked, otra que tal baila.
Y que conste que musicalmente ni es Michelle Shocked ni es Bono de U2: la chica me gusta. Pero me repateó infinitamente su conferencia de TED, donde el aprovecharse de la amabilidad de los demás aparece como una muestra de confianza. Venga, a gorronear, que pedir es un arte: la charla de TED se titula "El arte de pedir".
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