Añade: "Me gustaría que los catalanes fuéramos independientes y que en Gijón se estudiara el catalán por cojones, igual que nos pasa a nosotros ahora" (o sea, ¡que los catalanes estudian el catalán por cojones!) (vale, seguramente se refiere al castellano, pero eso no es lo que está escrito). Y en declaraciones a la cadena catalana de radio RAC1 tras la suspensión de su concierto, preguntado si había ido a la cadena humana del 11 de septiembre por la independencia de Cataluña, dice: "Jo el dia de la Via Catalana estava fent un bolo en castellà al Poble Espanyol. ¡Ole! És veritat. A una festa xarnega".
O sea: Albert Pla y sus boutades. Business as usual, que se dice en inglés.
No le cojo el punto a Albert Pla para nada, y Gijón, que fue mi ciudad en un momento de mi vida, es una ciudad estupenda con unas gentes encantadoras. Pero lo que le han hecho al Pla es tan censura como lo que ha hecho el ayuntamiento de mi ciudad actual, Barcelona, con una foto del segundo premio del World Press Photo en el apartado "retratos observados: historias", la de abajo, que no aparecerá en la publicidad callejera de la exposición del certamen de fotoperiodismo porque no casa con la imagen de una ciudad antitaurina.
Perdón: anti-corridas de toros, que son españolas y dan asco, no como los correbous, que són la nostra tradició i són fantàstics.
Si es que Cataluña y España (por ponerlo como lo ponen por aquí) se parecen mucho mucho: también en el papanatismo. Venga raca raca.
Si una tuviera poder de decisión en el teatro Jovellanos de Gijón, el concierto de Albert Pla hubiera tenido lugar, dijera el tipo lo que dijera, que este se supone que es un país libre, ¿o no?
Pero como no tengo poder de decisión en el Jovellanos, lo pongo en el blog. Y en catalán. Apa!
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