viernes, 23 de diciembre de 2011

Feliz navidad

Hoy día de la lotería, o más bien el día siguiente, me pongo recalcitrante y coloco canciones del top three de la lista del Metacritic a día de hoy, que para variar son tres discos cuarentones.

El uno. (¡Primer Marvin Gaye en lo que va de blog!)



El dos. (Este también es un disco cuarentón, por mucho que suene a [ ___rellénese con la banda indie de los 80 para acá que se les ocurra___ ])



Y el tres. (Si esto fuera Radiohead, pongamos por caso, los repositorios de vídeos ya estarían repletos de canciones de su último disco, o al menos encontraríamos el vídeo del single. Pero esto no es Radiohead.)

Y una representación no de Metacritic pero sí de lo que hemos oído últimamente en las sesiones hortero-horteras de YouTube/Spotify que nos ponemos cuando nos reunimos. Es un ejemplo de tecnobrega, nada cuarentón por cierto. La melodía suena mucho a axé Bahía, pero la chica no es bahiana: de hecho, la conocen como "la Beyoncé de Pará". (!!) El vídeo tiene su miga.




domingo, 18 de diciembre de 2011

The show must go on

En Burgos, me llevan al concierto del Vagón de turno. Resulta ser un trío llamado Swamp Cabbage, cuyo cantante y guitarrista ha tocado con Richie Havens, y que hace rocanrol sureño pantanoso con una gama de colores desde Creedence hasta el funky; entre los temas que tocaron había una muy curiosa versión instrumental del tema de Shaft.



Aquí la primera parte de un concierto de la banda en Tarrasa.



Y ahí me encuentro, en un concierto de rocanrol sureño, apelotonándoseme en la cabeza pensamientos sobre mi padre, mi madre, mi familia, la muerte, la vida, la memoria, el "papá hubiera querido que".

En lugar de lo que haría en tal situación en condiciones normales: sacar a alguien a bailar la polca.

Freddie Mercury, consciente de que no le quedaba mucho en esta vida, grabó esto:



El corazón se parte y el maquillaje se cuartea: aunque predecible (hasta que no llegue la cura chupiguay con células madre, no hay más camino para un parkinsoniano que para abajo), no esperábamos un desenlace tan rápido. Pero hay que continuar. Ahí queda la ausencia (y la puñetera burocracia, más implacable aún que la implacable parca, que, en lo musical, ayer se llevó a Cesária Évora), pero dejé a la mamá disponiéndose a montar el belén, como cada año, "para los nietos": hay que recuperar las rutinas de la vida, entre las cuales está celebrar la navidad, aunque el papá no esté pero esté ("fly on, my sweet Ángel"). Live, live, live, que cantaba Courtney...



...no sea que nos perdamos lo bello de la vida. Como la exhibición de espectáculo que nos da espontáneamente el gitanerío de Burgos cuando se arranca, ya sea en el cante de unos chicos en el desaparecido Cafeto Madrid, o en el baile de unas chavalillas en el recién abierto Baúl de la Piquer (alias "El Club Oficial del Viejuno": la juventud de las gitanas es la excepción en este autodenominado "café cantante" dedicado especialmente, pero no solo, a la copla).



En el avión de vuelta a Barcelona leo el artículo de Javier Marías del País Semanal de esta semana, sobre la crisis (que está resultando más monotema que mi monotema que es la música). Expresa lo que yo sentía pero no sabía expresar. La crisis es como la muerte. Si nos dejamos llevar por el derrotismo, perdemos la fe en la capacidad del humano para seguir adelante a pesar de la adversidad. Lo cual equivale a perder la fe en el humano. No le vamos a dar ese gusto a Standard and Poor's. No, no y no.

El periódico de hoy está particularmente musiquero. Hay un artículo sobre amnésicos que lo único que recuerdan es música, y una entrevista a Tom Waits, y un artículo estupendo sobre el cajón peruano y cómo este se convirtió en el cajón flamenco a través de un percusionista brasileño.

A seguir con el show.