miércoles, 31 de octubre de 2012

Las dos últimas

Las dos últimas películas que he podido ver en el primer In-Edit sin naranja-mix (o sea, sin cócteles gratis: excepto el día de la inauguración, y posiblemente el de la clausura, los gin-tonics han sido de pago) son una de la última sesión de ayer y una de la última sesión de hoy: es lo que tiene trabajar por la tarde.

La de anoche está en la sección oficial: "Grandma Lo-Fi", o "Que no te pare la edad". La señora Sigríður Níelsdóttir comienza una andadura musical a la tierna edad de 70 años, cuando recibe de su hija una cadena de música, y no para de componer: 59 álbumes con seiscientas y pico canciones en siete años, hechas con las dos pletinas de la cadena, cintas cassette usadas, un teclado tipo Casio de esos con ritmos preprogramados (como el ska, que no sabe lo que es...)



...y una serie de utensilios de cocina, instrumentos de juguete y agua del grifo. Se lo guisa todo: grabar (primero en la cocina, luego en el salón), componer (algunas de sus letras son sílabas sin sentido: ¿se conocían ella y Sigur Rós?), hacer la portada, fabricar, distribuir.


El resultado es, cuando menos, curioso, y fans suyos mucho más jóvenes, como múm, aparecen glosando su vida en forma de canción (con música compuesta por la abuela, cómo no).



En un momento dado, se cambia de ciudad y deja de hacer música para pasar a hacer collages: tropecientos mil, como canciones hizo. Murió el año pasado, y no paró de crear y crear.

En el documental, ella habla de su vida y su música. Comienza diciendo: "Yo soy medio danesa medio alemana; me he hecho islandesa. También viví ocho años en Brasil, país que llevo en el corazón, y mi hija está casada con un brasileño. Entonces, ¿qué soy yo?" En medio de tanta cuestión identitaria, esto es muy refrescante. Una joyita de película.



Y la de esta noche: "Lawrence of Belgravia", donde la cámara sigue a Lawrence, el de Felt.



Se le ve haciendo un disco con su banda actual, Go-Kart Mozart ("tocamos en cualquier garito, da igual si es peligroso"), con el batería de Felt ("lo hace gratis") y el autor del siguiente hit noventero al bajo:



La música de la película es el tontipop de Go-Kart Mozart prácticamente en su totalidad. Aquí en directo, con Lawrence y su sempiterna gorra: en la película le quieren convencer para que cambie de sombrero, pero no lo consiguen.



Lawrence actúa con su banda en París; le echan de su piso (no gusta su estilo de vida a los vecinos), entra a uno nuevo, lo pinta, se pregunta si Lou Reed ha cogido alguna vez una brocha, viaja en metro, se queja de que viaja en metro porque no es ninguna celebridad; desea ser una celebridad, pero él no cede a las exigencias de la fama, pero igualmente lamenta que no sea una celebridad; querría conocer a Kate Moss y abrir una cuenta juntos, ella con sus millones y él con su subsidio; y se pregunta por qué su música no tiene éxito; sobre Felt, tiene la teoría de que no se hicieron famosos porque no gustaron a John Peel. Se niega en redondo a reunir a Felt. Vende su guitarra de Felt por 200 libras. Es un amante del vinilo: la música, dice, no está hecha para estar envuelta en plástico (¿sabrá lo que es un mp3?). Antepone la banda a la amistad. Sobre su vida, apenas suelta prenda. Parece que sigue un tratamiento con metadona (la película muestra cajas, así como informes donde se menciona uso de heroína y enfermedad mental), pero él no dice ni mu. Me acabo de enterar de que sólo es un año mayor que yo: está muy avejentado. Y con todo, la película funciona: el personaje es tratado con cariño y humor.



Y aquí acaba mi In-Edit con acreditación. Me pierdo la de Ornette, la de Luke Haines, la de Joan Chamorro con los chavalillos de Sant Andreu, o la de Julien Temple sobre Detroit, como manda la tradición de perderme pelis: ver todo es imposible. Pero si a alguien le cae del cielo una entrada para lo que queda y tiene que elegir una, la imperdible-imperdible sería "This is Spinal Tap". En dos palabras: des-cacharrante. Básicamente porque cualquier parecido con la realidad no es ninguna coincidencia.

Por otros diez años, por lo menos.


lunes, 29 de octubre de 2012

El tute anual 2012 (2 de 2)

Hoy no he visto nada con pop anglosajón, para variar. Aquí las películas:

"Jimmy Rosenberg: The Father, The Son, and the Talent". Una película holandesa sobre un holandés, el guitarrista gitano Jimmy Rosenberg, niño prodigio que se convierte en adicto a la heroína y es internado por sus padres en un sanatorio mental; el padre, mientras tanto, está en prisión por asesinar a su yerno, que maltrataba a su mujer, y los hermanos también se meten en drogas. La película no está mal, pero lo que podría haber sido una reflexión sobre la paternidad o el impacto de la adicción tanto en la persona y el artista como en la familia termina siendo una sucesión de declaraciones sin que esté claro ni siquiera el orden de los acontecimientos. No obstante, aquí, como en la película de Tony Gatlif "Swing", encontramos que el jazz manouche sigue siendo un género vigente en la actualidad: mezclado con rumba gitana a la española y todo.





"Gozaran". Otra película con director holandés y la primera de la sección oficial que veo. De hecho, la de LCD Soundsystem también anda en la sección oficial, pero no pusieron urna para las valoraciones del público. La historia va de un director de orquesta iraní que vuelve a su país tras treinta años en Viena para meterse en camisas de once varas: reunir una orquesta de música clásica (mayoritariamente femenina) y tratar de cambiar la manera de escuchar música de una sociedad, la iraní, que ha dejado de apreciar la música. Para lo cual se le ocurre tocar a Cage (para quien todo era música) y a Mahler (que, subraya el director, rompe con la concepción anterior de la música y, añade una joven violinista, se caracteriza por una expresividad que contrasta con la represión de la expresión personal en el país). Otra cosa será que lo consiga.



"Vou rifar meu coração": otra película con nombre de canción.



Es la que se suponía iba de brega. No va del brega tal y como lo conocía, sino de la idea que tiene la gente de clases populares sobre el amor, los celos, la traición y las relaciones de pareja en general, y cómo se refleja eso en la música romántica brasileña, que recibió el nombre de "brega" (o sea, hortera. También se dice que el nombre viene de la calle de burdeles de Salvador de Bahía: la película hace la conexión entre brega y putas, aparte de contar historias de relaciones de pareja con ellas o lo imposible que se hacía grabar una canción sobre alguien que se casa con una prostituta). Lo que yo conocía como "brega" es la variante paraense de música romántica que llaman "brega pop", con un ritmo característico y que me recuerda al Roberto Carlos de los años 60. O sea, aquello que le ponen maquinitas y lo llaman tecnobrega. Aquí un ejemplo.



La película no tiene nada que ver con lo que me esperaba, pero resulta muy divertida. Aquí el trailer.



"Tropicália". Otra película brasileña, muestra la historia de la ídem y su contexto a partir mayoritariamente de imágenes y declaraciones de la época (y no sólo). Te sabes la historieta, pero las imágenes no son precisamente tan conocidas como las de Hendrix en Woodstock o Dylan en "El último vals", por ejemplo. De hecho, Caetano y Gil, ya exiliados, tocaron en el mismo festival de Wight que Hendrix y los Doors: el trailer empieza con imágenes de allí.



domingo, 28 de octubre de 2012

El tute anual 2012 (1 de 2)

Empiezo y acabo con películas de conciertos de sendas bandas que se separaron el año pasado: The White Stripes...



...y LCD Soundsystem.



De las dos, me quedo con la de los White Stripes, sin duda. Eran unos animales escénicos, con una puesta en escena minimal pero potente; destilaban carisma, garra y actitud; y en la gira canadiense que muestra la película (en blanco y negro, con escenas en color: blanco, negro y rojo, los colores de la banda), donde tocaron en ciudades de provincias y celebraron su décimo aniversario, también montaron mini-shows a través de Internet con horas e incluso minutos de antelación en lugares inusuales: una bolera, un centro de ancianos inuit, un autobús municipal. La película comienza con ellos inaugurando la gira canadiense con un concierto de una sola nota en la plaza de un pueblo, tras el cual, el público les pide: "¡Otra nota!"

Y me he enamorado de Meg. Me suelo enamorar de las mujeres batería.

Ahora bien: musicalmente me siguen gustando mucho más LCD Soundsystem. La película sobre ellos me recuerda lo que escribe Simon Reynolds de que antiguamente no se documentaba prácticamente nada y ahora se tiene que documentar todo: trata del último concierto de la banda de James Murphy en el Madison Square Garden (cuatro horas, dos descansos)



¡The Sonics! ¡The Sonics! Por cierto, en la de los Stripes se le ve a Jack White, cinco años más joven que James Murphy, tocar el piano encima de esta...



...y escuchar esta otra:



Hubiera sorprendido más que escuchase a LCD Soundsystem, por ejemplo. Pero aunque los Stripes suenan demasiado a Led Zep 2, y de ciertas versiones mejor ni hablar, también tienen piezas destacables. Como aquella con la que acaba la película, donde Meg suelta la lagrimilla.



Las otras dos películas fueron: un documental de VH1 sobre la epidemia de crack de los 80 y primeros 90 (empieza así)...



...donde descubrimos, por ejemplo, que el hip hop toma su look bling-bling de los camellos de crack, algunos de los cuales se convirtieron en figuras del rap, desde Wu-Tang Clan y Snoop Dogg hasta el señor marido de Beyoncé. (¡Eric B and Rakim!, añaden LCD Soundsystem.) Narra Ice-T. Cuenta la historia con lagunas (menciona a Biggie Smalls pero no su asesinato, ni el de 2Pac) y da pábulo a ciertas teorías de la conspiración, pero en absoluto glorifica una actividad, el tráfico y consumo de crack, que ha causado estragos, especialmente entre la población negra, y contra la cual la "guerra contra la droga" por parte de Reagan y Bush padre (con sanciones mucho más duras contra el crack que contra la cocaína en polvo) no ha servido: más bien parece que todo lo contrario.



La otra película va sobre la grabación de "Quadrophenia" (el disco), la historia de desencanto adolescente que cuenta, y su contexto (especialmente el movimiento mod y las peleas en Brighton con los rockers). Sin subtítulos por un error técnico: dieron bono canjeable por entrada a todos, incluso a los que nos quedamos. Un documental bastante clasicorro que no obvia ciertos temitas que había mientras la grabación (una relación muy tensa entre los Who, el continuo desfase de Keith Moon, los problemas con las drogas del manager y su sustitución por otro). Aquí el documental como lo emitió la BBC (por lo visto, en la película hay un añadido de fragmentos de actuaciones de la época). Hay subtítulos en inglés.



Y aquí una de las actuaciones de la época. Que es 1973, cuando el disco; la peli es de 1979 (y de ahí que los burgaleses de my generation la asociemos con el 79-80, cuando aún había máquina de discos en el Arribas).



sábado, 27 de octubre de 2012

Películas con nombre de canción

Pues sí, "Charlie is my Darling". No se refiere simplemente a Charlie Watts: el título de la película de los Stones es el mismo que el de una canción tradicional escocesa.



Las películas que he visto hoy también se titulan como canciones. La primera: "Under African Skies", como el tema incluido en el famoso disco sudafricano de Paul Simon. Aquí, en la actuación en Zimbabwe que también muestra la película, acompañado nada menos que por Mamá África.



Coincidiendo con el 25 aniversario de la aparición del disco, Simon viaja a Johannesburgo para reunirse con su antigua banda sudafricana, hacer lo que parece un performing del disco y debatir con un antiguo adversario, un fundador de Artists Against Apartheid, que en la época en que salió el disco, una de las peores del régimen de apartheid en el país, fue uno de muchos que criticaron a Simon por haber burlado el boicot cultural a Sudáfrica, respaldado por la ONU, a raíz del cual ni ningún artista internacional podía actuar en Sudáfrica ni ningún artista sudafricano podía actuar en otro país, incluyendo los artistas negros con los que trabajó Simon (en palabras de uno de los cuales, el boicot supuso otra especie de apartheid). Con el debate como hilo conductor, la película cuenta la historia de la creación y repercusiones del disco, las feroces críticas a Simon (incluso cuando con él tocan músicos negros políticamente comprometidos en la lucha contra el apartheid, como Hugh Masekela o la misma Miriam Makeba), la defensa a machamartillo por parte de este de la libertad artística (a consecuencia de la cual se negó a comunicar nada al Congreso Nacional Africano sobre la grabación del disco, como le aconsejara su amigo Harry Belafonte), la primera vez que los músicos de Simon experimentaron lo que es vivir sin apartheid, y cómo el tiempo le dio la razón a Simon: fue invitado por Mandela a tocar en Sudáfrica cuando salió de la cárcel. Siendo uno de los mensajes que saco de la película que "Graceland" hizo mucho más por la visibilidad internacional de la música negra sudafricana (valga la sinestesia) que cualquier bienintencionado boicot. Muy buena. Sobra la hagiografía, como siempre y más que nunca.



La segunda: "Cure for Pain", canción de una banda muy especial: un trío sin guitarras llamado Morphine.



Morphine eran un batería, un saxo barítono (a veces dos, tocados por el mismo tipo a la vez) y un bajista con un bajo de dos cuerdas: la segunda, dice él, es un capricho. La película es una narración de la vida del bajista y líder por parte de sus padres, su novia, sus compañeros de banda y otros colegas. Lo que sacamos: el tío era muy reservado, tan reservado, que mueren sus dos hermanos y sus compañeros de banda se enteran por terceros. También se ve, de vez en cuando, que tenía sentido del humor. El tipo murió en el escenario, de un paro cardíaco, en un festival en Palestrina (Italia). ¿La película? Pues tan aburrida como la banda era especial.

Mañana, tute anual 1 de 2.



viernes, 26 de octubre de 2012

"Maybe it's because I'm a Londoner..."

Inauguración del In-Edit 2012. El director nos da las gracias y, entre otras cosas, nos recuerda que el primer In-Edit fue en el club Helena: parece que lo del teatro Principal cuajó tanto que hay quien se cree que allí empezó el festival.

La película de los Stones no estaba hecha para ser exhibida, según dijo el, ¿cómo llamarlo, jefe de restauración? (el director fue Peter Whitehead), en un discurso leído (por él y por la traductora de siempre; no hubo turno de preguntas). Eran unas pruebas de pantalla, y la película que tenemos (50 minutos) procede de la restauración de las imágenes y el trabajo de sincronización del audio.

Y lo que tenemos sería anecdótico si no fuera porque la banda en cuestión es The Rolling Stones (con todas las asociaciones que nos hacemos en la cabeza con ese nombre y esa banda). Y ahí los tienes, en el 65, en plena locura stonesmaníaca (en uno de los conciertos, los espectadores invaden el escenario y la policía tiene que intervenir) pero viajando en el mismo tren que cualquier hijo de vecino (por última vez en la vida, probablemente, dice el restaurador), en lugar de en avión privado lleno de groupies, y diciendo cosas que, con la perspectiva del tiempo, tienen su miga: Jagger pensando que serían una banda de pop efímera, o Brian sintiendo aprensión por el futuro (lagarto, lagarto).

Y luego los ves en directo: incluso entonces, Jagger hace gala de sus moves like Jagger, y Keith guitarrea como Keith. En una de estas, versionean a Otis Redding...



...para más tarde tocar un número entonces nuevo y nunca interpretado en público llamado "Satisfaction". Que, por cierto, versioneó Redding, con mucha gente creyéndole el autor de la canción. Aquí, en el festival de Monterey.



Dice Jagger que reaccionan contra las canciones de épocas anteriores, tan románticas que no tienen nada que ver con la realidad. Tal vez por eso les da a los Stones por hacer el payaso destrozando canciones románticas (fuera del escenario, claro). No dejan títere con cabeza: los Beatles, Elvis, Fats Domino. Incluso en el tren les da por canturrear la de "Maybe it's because I'm a Londoner", un tema popular cuando la Segunda Guerra Mundial. Aquí, en versión de Davy Jones el de los Monkees, que falleció este año. Ataque cardíaco.



Al final de la película, preguntan a Jagger cuál es el secreto de su éxito, y responde: "No hay secreto. Es obvio." Nunca tuvo abuela, Jagger. Aquí uno de los temas que aparecen en la película.

(PD Los cócteles post-película eran gin-tonics de Beefeater con Schweppes. Sin naranja-mix, para variar.)



jueves, 25 de octubre de 2012

Me ha tocado la lotería

Y qué poco oportuna, la lotería.

La lotería se me presenta en forma de acreditación para el In-Edit (by the face, como me escribe una alumna de inglés literalmente). ¡Yupi, yupi! Cuantísimo se agradece, señores organizadores.

Me tocó en un sorteo que se realiza entre los espectadores del In-Edit que depositan su valoración de la película que han visto en las urnas dispuestas para tal efecto en los cines donde se programa dicho festival.

(Mientras escribo el párrafo anterior, voy pensando: Este lenguaje que uso es el anti-inglés.)

Poco oportuna, la lotería, porque me perderé el fin de semana final: me voy a Oporto (y ganas que tengo...)



...tecnobrega. Me espera una película sobre el brega (de las de gratis, ni acreditación ni nada de nada). Yo estoy expectante. Se informará.

Pues el In-Edit cumple 10 años, celebra aniversario y repite pelis, de las cuales habré visto todas si no casi todas: por lo menos, no me pierdo tanto nuevo. El primer In-Edit se hizo a la vez en el Club Helena de Gràcia y en el Johnny de Madrid: ¿qué pasó con lo de Madrid? (PD Por lo visto, se hizo en Madrid hasta 2007.) Me enteré de su existencia en el segundo, que me lo plantificaron en el teatro Principal, justo debajo de mis narices: me hubiera podido traer la butaca y todo, pero la finca donde vivía no tenía ascensor. Me ha pasado con el In-Edit aquello de "la primera vez es la mejor". El teatro Principal lo habían reformado recientemente; era un pedazo de espacio (teatro clásico, pantalla grande); tenía un puesto exterior con zumos estupendos; y había mucho sitio en el vestíbulo para el cóctel post-película, una de las atracciones del In-Edit aprovechando que (el original, el de Barcelona: lo han exportado a otros países) lo patrocina la ginebra Beefeater. (Los cócteles dejan bastante que desear, supongo que por la naranja-mix que le echen, pero van con la entrada.)

Y el programa. Muy díver, lo que pillé: The Rutles, aquellas de blues de Clint Eastwood (la de Elmore James especialmente), la de Mingus, Janis en el tren, Miles en la isla de Wight, Gil Scott-Heron in Washington DC, y un superhomenaje a Fela Kuti, decoración del vestíbulo incluida. El Don't Look Back: repito, no la aguanté, no la entendí, o más bien ambas cosas.

Y especialmente, una de mis películas favoritas de toda la historia del In-Edit: "Habana solo". Está en YouTube en tres partes. Ahí va la primera: a partir de ahí se llega a las demás.



Y "no" cayó encima del puente de los Santos, como suele ocurrir. Recórcholis.

Ganó una con Alí Farka Touré muy traaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanqui. No recuerdo la escena que sigue; recuerdo un pueblo en el desierto, mucha arena, una especie de Tombuctú pequeñito: su pueblo. Su pueblo está en el área de Mali tomada por los tuaregs y declarada la república tuareg de su casa, donde islamistas radicales proclaman la sharia y prohíben la música. El hijo de Alí, Vieux, tuvo que llevarse a su familia a Bamako. Y eso es lo más light del tema. Una pena: Mali es un país musicalmente muy potente. Y aunque no lo sea: imagino que, si le cantas una nana a tu niño, se te cae el pelo, o lo que sea con que te castigue la sharia por hacer música.



Otra de las señas de identidad del In-Edit son sus vídeos promocionales. Se montan una peli alusiva a lo que hay y con un tema (una cinta cassette, por ejemplo) como leit-motiv, y se buscan una música de un artista o grupo poco conocido. La de este año va en plan rockabilly y no me apasiona. En contraste, ponían en el Teatro Principal el disco que contenía el tema del In-Edit 2004 durante la espera (con otra de las señas de identidad del In-Edit: el relojito) y conseguían engatusar a incautos como yo: me compré el disco, de un grupo francés llamado Mathis and the Mathematics (el tal Mathis ha residido en Barcelona). El disco, de hecho, es bastante majillo, en plan blues rock. La cancioncita de marras la adopté, no sólo como souvenir.



Y desde entonces, ni hubo In-Edits en el teatro Principal, ni hubo otro tema oficial igual para mí. Si acaso, este:



La 10ª edición se inaugura mañana (hoy) jueves con una película a la que se va con invitación, pero yo este año estoy acreditada, ¡yupi, yupi! Es sobre los setentones cincuentenarios de turno que no se llaman Bob Dylan en gira por Irlanda en el mismo año del Don't Look Back, cuando el que sí se llama Bob Dylan andaba por Inglaterra. Me la pintan como el Don't Look Back rescatado del baúl de los recuerdos y remozado ahora ya. Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy... veamos mañana (esta noche).



viernes, 19 de octubre de 2012

Y pasa la vida...



...y los cincuentenarios seguimos p'alante.

Como Bob Dylan, 50 años de carrera. That was then.



This is now. Es de aquellas viejas glorias que continúan haciendo producto nuevo. Y lo nuevo que hace es él mismo con él mismo, que 50 años no es nada, pero si te abstraes de lo ronca que tiene la voz, y a pesar de la manía que le tengo al single, el disco tiene miga. Pero no esperemos dubstep ni electrolatino. Es Bob Dylan, punto pelota. Como las lentejas: lo tomas o lo dejas. (No hay vídeos del último, aparte del single. Hay versiones.)

Pero al menos hace material nuevo. No como los otros célebres cincuentenarios de carrera, que sacan un "Grrr"eatest Hits el mes que viene. Con bolos incluidos.



A su edad. Venga Dorian Gray.

Como todo enésimo greatest hits que se saca por la temporada de navida-ad, rin rin, yomerremendaba yomerremendé, esconde dos temas nuevos. Este es uno (uno más).



Mientras tanto, Bowie, que es más joven, no se prodiga nada: tan nada, que una foto de él paseando en la calle se convierte en noticia.


Y bien que hace Bowie. Ya se ha ganado mil apelativos, y ya se ha llevado un buen jamacuco.

Cincuentenarios y jubilado aparte, Cat Power se nos ha cortado el pelo, y ha sacado probablemente su disco más producido, e incluso se atreve con maquinitas. Aunque en el fondo, es Cat Power...


...pero camina por terrenos que no ha visitado. Y por otra parte, la chica se ha puesto un nombre artístico estupendo. Esta no es la que más me gusta, pero coincide que la que me gusta no es la que promocionan como single (una vez más)...



También me he quedado colgada del disco de Frank Ocean. Nada, que lo mío con la música negra americana es un vicio...



Y estuve en Santander, que no fui desde hace milenios. ¡Rabaaaaaas! ¡Fiestóóóóón! (lo siento, no me he acabado de reponer del recién descubrimiento de la existencia de esa de "Lore Lore, Macu Macu" en versión de unas del antiguo curso de canto e interpretación, ahora la gente del karaoke.)



Y pasa la vida, y el otoño amaga con llegar pero le cuesta: hoy, veintitantos grados a las 8 de la tarde. (La que viene tampoco se jubila: también va a sacar disco en breve.)



sábado, 6 de octubre de 2012

Love, love me do... (un raca raca de otro tipo)



...50 años, tantos como los Stones como banda.

Y después del Beatles vs Stones (a estas alturas de edad stoniana/lofmidú, me resulta como lo de papá vs mamá), y luego Blur vs Oasis (Elastica; pero me quedo con Blur sin duda)...



...ahora parece que la "battle of the bands" de 2012 ha sido The Vaccines vs Two Door Cinema Club. Yo estoy out requeteout y me entero por la sección musical y el suplemento dominical del diario. Así empieza el disco 2012 de los unos...



...y así empieza el disco 2012 de los otros.



Y a primera vista, me quedo con los Vaccines. Me tocan la fibra Stiff/primeros Strokes. Aunque el rollo tecno-pop/nuevo-romántico de los Two Door (o sea, Tudor) tiene su aquél.

Todo muy inglés, que diría la Rosana sobre The Courteeners (pronúnciese como cortinas: tal vez sea una reescritura de cortinas, que diría la Rosana: como Two Door de Tudor.) The Courteeners es "una banda solvente", que diría el Jose. Un poco deprimente, el adjetivo: solvente, o sea, que resuelve. Vale, estuvieron bien, con influencias de los Smiths y temas power-pop cerveceros para hacer juego con el día del arcángel de la famosa cerveza que organizó el evento. Pero había cierto punto U2/Coldplay/oooh, oh ooooooooooh que me atufaba...



Resulta que los tales Courteeners telonearon a los Manic Street Preachers (los mismos, 4Real) en la fiesta de San Miguel arcángel/cerveza del pasado sábado en el Palau Sant Jordi.

Completamente gratis y de balde. En tiempos de no se sabe si rescate, tortas, independencia o qué.

Considerando la gratuidad, el recinto y la banda en cuestión, cuatro pelagatos mal contados. Pero suficientes considerando la repentina llegada del otoño, qué coño, sobre Barcelona (como vino, se fue), y lo a desmano que pilla el Palau Sant Jordi (aún más in the rain).

Desplegaron banderas galesas, en línea con el despliegue de banderamen de por aquí. Tocaron los hits. El cantante tiene la voz harto cascada, y el bajista y el otro guitarrista tienen pinta de mala vida. Igualmente, los cuatro pelagatos mal contados, encantados. Yo no he sido fan ni mucho menos, y prefiero la versión original de "Suicide is Painless", la de la peli...



...pero tienen un punto punkarra que me suliveya un montón. Esta es de cuando eran jóvenes y aún andaba Richey meses antes de desaparecer.



Y ya que andamos con pop británico, fui a Sant Feliú del Llobregat a la presentación de un libro sobre Marc Bolan, a la que me invitó una antigua compañera del grupo de canto. Siete pelagatos bien contados. Básicamente, el autor mostraba fotos de Marc Bolan y entre unas y otras cantaba un trío de tributo a T-Rex (guitarra acústica, guitarra eléctrica y mi compañera haciendo de Bolan, y no le sale mal, la verdad, especialmente en su variante power.) Llega el turno de preguntas (discusión de bar, con lo pocos que éramos). En una de estas, el autor dice que no se ha hecho música que valga la pena desde los 80 (y no todos los 80), que la mejor música que se ha hecho es la comprendida entre 1965 y 1975, y que no ha encontrado nada ahora que valga la pena (todo son o versiones o teclados sintéticos, dice). Nos pregunta quién hay ahora que valga la pena.

Janelle Monáe, digo yo. Adele, dice mi compañera. Standstill, dice en clave más local una que si no era de la biblioteca de Sant Feliú de Llobregat era muy asociada. Standstill empezaron haciendo hardcore en los 90, por cierto. (Lo que viene es de hace un par de años: la chica parecía más indie que hardcoreta.)



Los 90, parece decir el autor, no valen la pena. A mí se me figura que los 90 fueron la última gran década en lo que respecta a la música pop occidental de raíz fundamentalmente anglosajona y ¿afroanglosajona? (o sea, pop/rock/hip hop/electrónica): llega el siglo XXI y básicamente repetimos el XX. En fin: soy de la cofradía del viejuno, admito: los 90 fue hace 20 años, it was 20 years ago today. En cuanto a la actualidad, comenta el autor que al número 1 en el Reino Unido no le conoce ni su abuela. Recientemente fueron los Vaccines, o los Two Door Cinema Club, o quien ganara la batalla esa semana. El de ahora no le conozco, su abuela tal vez tampoco, pero seguro que mis sobrinas sí. Resulta ser un fenómeno de internet a raíz de la coreografía del vídeo. Además de... ¡coreano!



Virgencita Virgencita, que no deje de seguir creyendo en The Next Big Thing, a pesar de la cada vez más galopante crisis. (Pasó en la década de 1930, podrá pasar en esta.)

De todos modos, la discusión estuvo entretenida, así como la presentación. Por cierto, el autor tiene un blog.

En resumen, aun con música de 2012, he estado hablando otra vez de revival, de principio a fin. Raca raca, raca raca, raca raca raca, raca, raca, raca raca raca, ¡raca!.