viernes, 24 de junio de 2011

Auténticos

Me acordé de un artículo que escribió Dave Marsh hace muchos años sobre el mito de la autenticidad en el rock. Marsh parte de la nota que escribió Kurt Cobain antes de suicidarse, donde él mismo escribe algo que resulta muy revelador. Dice (traduzco): "[...] cuando estamos en el backstage y se apagan las luces y el público ruge exaltado, eso no me afecta del modo que le afectaba a Freddie Mercury, que parecía que le encantaba y que se regodeaba en el amor y la adoración del público, lo cual es algo que admiro y envidio totalmente. El hecho es que no os puedo engañar, a ninguno de vosotros. Simplemente, no es justo ni para vosotros ni para mí. El peor crimen que se me ocurre sería timar a la gente fingiendo que me lo estoy pasando bien al 100%."

Es decir: el plástico fantástico Freddie Mercury es más auténtico que yo, que he ido de auténtico y soy más falso que Judas. Y como Judas acabó: quitándose la vida. Kurt simplemente fue uno de tantos "auténticos" que han sido víctima de su "autenticidad". Para ser "auténtico", hay que vivir "auténticamente" el rock "auténtico" con todos sus santos sacramentos: marchamo de clase obrera (¡un rockero pijo no tiene credibilidad!), sexo y drogas, vida rápida, muerte temprana, bello cadáver. De ahí la lucidez de la reflexión de Kurt antes de volarse la tapa de los sesos: lo "auténtico" en el rock es tan pose como el frikismo de Lady Gaga o la Sasha Fierce de Beyoncé. (Siguiendo con el tema, aquí un artículo sobre quién es más auténtico, si Kurt o Britney. El artículo menciona un libro sobre el tema de lo auténtico y lo falso en la música popular con pinta muy interesante.)

Viene a cuento de la última aparición en escena de Amy Winehouse. También me acordé de la actuación de Janis Joplin en Woodstock, que no se vio en el primer montaje de la película, el de 1970, que recibió un Oscar al mejor documental el mismo año. ¿El motivo? Janis estaba demasiado perjudicada. Debido a problemas de diverso tipo, los conciertos se fueron retrasando, y por lo que cuentan, Janis, que tenía que actuar 10 horas después de lo programado, se pasó la espera con pánico escénico, bebiendo y chutándose heroína: era la época en la que estaba enrollada con Peggy Caserta, propietaria de una tienda de ropa hippy en San Francisco y también yonqui, que la acompañó en Woodstock.



Pues las imagenes de Janis demasiado p'allá en su actuación de Woodstock ya llevan un buen tiempo por ahí. Aquí una parte de una actuación que a punto estuvo de no ocurrir a cuenta de que Janis estaba literalmente que no se tenía en pie, según las crónicas. (¿Me lo invento, o he llegado a leer que estaba tan fuera de combate que le tuvieron que meter speed antes de salir al escenario?)



Y al final, resulta que Janis sale bastante digna del trance. Cosa que no pasó con Amy Winehouse en Belgrado, en el primer concierto de su gira de regreso, cuando sale a escena y no se tiene en pie.



A cuenta de lo cual, su manager cancela la gira, que incluía un concierto como cabeza de cartel en el Bilbao BBK.

O sea, que no hay gira, y a ver si verá la luz el siguiente disco después de "Back to Black" (que salió en 2006, hace una eternidad, en términos de pop: en menos tiempo, de 1967 a 1970, Janis Joplin grabó cuatro discos.) ¡Pero esto es rocanrol! ¡Viva la autenticidad! Es como cuando la gente iba a ver a los Rolling Stones en los 70 contando con la inminente muerte de Keith Richards. La autodestrucción como espectáculo. En la época del Spotify, hay cosas que no cambian.

Aquí Amy ejerciendo de cantante en lugar de pienso para tabloides ingleses y demás prensa de cotilleo guarro. Si sigue así, acabará como Janis pero en one hit wonder. O sea: en nada. Una pena: me gustaba Amy, especialmente en "Back to Black".

Amy tiene 27 años: la edad del "estúpido club" (Janis, Kurt, Jimi, etc.) Pánico me da.



1 comentario:

  1. Estremece ver a la Winehouse dar tumbos por los escenarios. Estremece darse cuenta de que su grandeza no es más que un aspecto de su extrema fragilidad y da miedo pensar que tal vez no pueda ser de otra manera. Amy, con esa imagen siempre desaliñada, tambaleándose al borde del abismo, deslumbrada por los focos, arrullada por la música aterciopelada de la banda y jaleada por un público feroz y siempre ávido de emociones que no se sabe si espera su caída definitiva o el milagro de su resurrección.

    Por compasión y también por puro egoísmo espero, de todo corazón, que sea lo segundo.

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