Hacía exactamente dos meses que le había visto actuar. Yo era fan fatal y, como fan fatal, disfruté como una bestia. Me quedé enamorada de la prenda que llevaba, que entonces creía que era una camiseta. Había acabado de leer su historia y la de su banda tal como se la contaron a Michael Azerrad. Como sucede con cualquier persona o personaje de libro que me engancha, él era "como de la familia". Se me ocurre que lo más parecido hasta entonces a lo que me estaba pasando fue cuando se mató el abuelo. Desde luego, me vino a la mente el abuelo aquel sábado.
Por la tarde puse la radio: el "De 4 a 3", como cada sábado y domingo por la tarde en aquella época. Imaginaba que Paco Pérez Bryan, que me dio a conocer la banda, iba a comentar algo. Lo que hizo Paco Pérez Bryan fue un monográfico con llamadas de gente tan aturdida y conmocionada como yo: entre ellos, una chica que, desde el otro lado del teléfono, agarró la guitarra y cantó esta:
Me duró el aturdimiento: no podía, no podía, escribir la redacción de mi clase de catalán sobre el campo y la ciudad (sonoro bostezo). Tenía que escribir sobre Kurt. Tenía que leer el Melody Maker y el NME y el Rolling Stone y todo lo que tuviera que ver con Kurt. Tenía que actualizar mi ejemplar del libro de Azerrad. No me acuerdo de por dónde me enteré de que el disco de la banda de la viuda (del que había oído canciones en el "De 4 a 3", y me gustó mucho lo que oí) salía la semana siguiente. Lo compré al segundo intento: fui el día del lanzamiento a las tiendas de la calle Tallers y aún no había llegado.
Tenía que dedicar mi ejemplar del disco de Hole a la memoria de Kurt.
Y tenía que seguir compulsivamente lo que pasaba con Courtney, recién enviudada con una niña pequeña, y encima se le muere la bajista de sobredosis.
"Live Through This", se llamaba el disco. Sonaba a recochineo.
Y, al enterarme de que la tal camiseta del concierto era un jersey (mejor: un jersey mola más)...
...tenía que decirle a mi madre que me hiciera un jersey igual. Aún tengo mi jersey Cobain, pelín deshilachado por las bocamangas, el pobre, de habérmelo puesto mucho durante todos estos años: se me está volviendo grunge.
Y desde entonces, la chica que cantó el Pennyroyal Tea por teléfono en el programa de Paco Pérez Bryan se hizo de platino con su Dover Came To Me, disco nirvanero Spanish-style... y a partir de ahí, hala, a seguir la última moda de turno.
Y, coincidiendo con el veinte aniversario, la banda del chico que hizo suyo aquello de "corporate rock still sucks" entra este año en el Rock and Roll Hall of Fame.
Y la viuda, alias La Zumbada, no sólo se dedica a teorizar sobre el paradero del avión malasio desaparecido, sino que nos sale con que quiere que se haga ¡un musical de Broadway sobre Kurt!
Y se suceden las unspeakable abominations, por Dios y por los clavos de Cristo. Ramoncín no es el único que se apunta a destrozar el legado de Nirvana: la chiquita del twerky-twerky contribuye, y de forma más que notable.
La misma canción sufre una unspeakable versión en español perpetrada por aquel que perpetró esa de suolinmaféin güizisfingues... Bien lo dice él: error, error, error...
Y la fan fatal nirvanera del jersey Cobain, veinte años después, anda en una convención de barbershop. Quién sabe si, así como cantamos nosotras una versión barbershopizada del "Sí, quiero" de los Beatles...
...algún día aparecerá la versión barbershopizada del beatleliano "Sí, quiero" que me enseñó Paco Pérez Bryan cuando hablaba de una banda que yo nunca había oído llamada Nirvana mientras iba colocando mis objetos tras una mudanza el año en que llegué a Barcelona. ¿Otra unspeakable abomination? Tal vez, aunque dudo que supere a Ramoncín, Pitingo, Miley Cyrus y demás.
PD: No era "Pennyroyal Tea" lo que cantó la Dover. Era "Rape Me". Resulta que la llamada está en YouTube. Me acordaba de que cantó la Dover (a pesar del fallo memorístico), pero no de que Paco Pérez Bryan habló con la otra Dover, la hermana, a la sazón oyente de "De 4 a 3", que estuvo con él en el concierto de Hawaii de justo antes del bodorrio.
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