miércoles, 24 de febrero de 2010

Países

Dos historias coinciden en el tiempo.

La primera viene del Reino Unido. Los estudios de Abbey Road (donde grabaron los Beatles, pero no sólo), que la compañía EMI anunció que iba a vender, no sólo no se venden, sino que han sido declarados patrimonio histórico por el ministerio de cultura británico: es decir, que se mantienen tal cual.

La institución encargada de preservar y promocionar el patrimonio histórico británico, English Heritage, dependiente de dicho ministerio, también tiene que ver con las placas azules que con frecuencia se ven en edificios. Estas placas conmemoran una personalidad histórica relacionada con el edificio. Un curioso ejemplo musical: en la calle Brook de Londres se encuentran placas azules en las fincas contiguas en las que el azar quiso que vivieran dos no británicos de nacimiento pero cuya vida estuvo muy ligada al Reino Unido: Georg Friedrich Händel y Jimi Hendrix.


El video es de una actuación de PJ Harvey y John Parish en los estudios el pasado año, parte de un programa de televisión en el canal británico Channel 4 llamado "Live from Abbey Road".



La segunda historia viene de la España cañí.



En la tele pública, la nuestra, que pagamos con nuestros impuestos, los nuestros, aparece un chulo piscina que por votación popular llega a la final del programa en que se elige a nuestro representante (repito: Nuestro Representante) en el festival de Eurovisión y monta un pollo porque le sale de la polla, la suya. Lo gordo del asunto es que los medios de comunicación le están dando los quince minutos de fama (o más) que no se merece.

Hale. Ya he hablado demasiado del individuo, así que pongo punto final con unos que sí se merecen los quince minutos de fama y más: el grupo que apadrinó el artista pop al que se le ocurrió la frase de los quince minutos de fama.

Países. Busquen, comparen, y etc.



1 comentario:

  1. Me encanta; me encanta la pose mística de la PJ, tan esquemática ella, hasta en el nombre, fría como un carámbano, flaca y huesuda como si hubiera pasado hambre de niña, toda espíritu, pero ¡qué espíritu! cualquiera podría pensar que hubiese dedicado la adolescencia a leer a los poetas latinos en su lengua original y a tomar lecciones de clavicordio. Lo dicho, que me encanta la PJ.

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