Vi el mes pasado en una Babelia la reseña de "New York-Addis-London", una antología de la producción del vibrafonista y teclista etíope Mulatu Astatqé, y desde entonces he tenido en mente escribir un post sobre la música etíope de los 60 y primeros 70, de cuando había un Haile Selassie que entre los rastas de Jamaica era la reencarnación de Dios en la tierra (a saber lo que contarán de él los etíopes de aquel tiempo, pero después llegó Mengistu, que lo más light que hizo fue cargarse una escena musical tremendamente original.)
Pues aquí está el post.
La historia empieza con un fallido golpe de estado contra el Rey de Reyes en 1960 donde estaba involucrada la guardia imperial, que también contaba con banda de música. Precisamente, en Etiopía, como en otros lugares del mundo, fueron los militares los que introdujeron los instrumentos europeos que utilizaban en sus bandas, y que resultaron determinantes en la aparición de músicas pop nacionales, como el ska en Jamaica.
De ahí tanto instrumento de viento en la música etíope que nos ocupa.
Tras el intento de golpe de estado, se llegó a una solución de compromiso que propició la aparición de una escena musical liberal-modernilla en Addis Abeba y otras grandes ciudades (el "Swinging Addis"), aunque las únicas orquestas autorizadas seguían siendo las de las instituciones, la policía, el teatro nacional Haile Selassie, y cosas así, donde empezaron a hacerse los artistas (algo parecido pasó en Mali con la orquesta de la estación de ferrocarriles de Bamako, de la que salieron un Salif Keita o un Mory Kanté).
En esto que en 1969 llega un tipo llamado Amha Eshèté, propietario de una tienda de discos que importaba discos americanos de rock and roll y soul, que tiene la audacia de abrir un sello discográfico, contando con que lo más que le pudiera pasar era que lo encarcelaran. Como no tenía la autorización para hacer discos (ni él ni nadie fuera de la corte del Negus), se las arregla enviando los másters de las grabaciones a India u otros países con industria discográfica, y se va haciendo con un catálogo hasta que llega Mengistu con sus toques de queda y su férrea censura que suponen el fin de lo que se llamó la época dorada de la música en Etiopía y Amha Eshèté se exilia en los Estados Unidos.
A principios de los 80, un promotor de conciertos francés, Francis Falceto, descubre en una fiesta un disco de un cantante etíope, Mahmoud Ahmed, procedente de la banda de la guardia imperial de Haile Selassie, lo cual trastoca la vida a ambos.
Falceto se va a Etiopía, invita a Ahmed a hacer una gira por Francia y publica el primer disco de música etíope en Europa, el "Eré Mèla Mèla" de Ahmed, en 1986. La canción que da título al disco es la primera del siguiente vídeo, de una actuación de 2007 en la localidad portuguesa de Sines, un pueblo costero en el que acabamos un grupo de amigos a lo tonto a lo tonto y que resultó encantador.
Pero el gran proyecto de Falceto de dar a conocer la música etíope al mundo mundial se concreta en una serie de discos llamada "Éthiopiques" (de la que van por el disco número 25). Una gran parte de la serie se compone de los másters de Amha Records que Falceto ha ido buscando en India, Grecia y Líbano, aunque también hay material más reciente. El primer disco de la serie salió en 1997, yo lo conocí por mi ex-vecino de arriba, un belga judío maquinero y musiquero llamado Daniel, y fue uno de los grandes flechazos musicales de mi vida.
En 2007 sale una antología de la serie, "The Very Best of Éthiopiques", donde me entero de que hay fans de la música etíope "pelín" más famosos que Daniel y yo, como Elvis Costello. Otro fan es el director de cine Jim Jarmusch, que me dio a conocer a Screamin' Jay Hawkins, cuya versión, la original, de "I Put a Spell on You" transformó en tema central de una película que me apasionó en su tiempo, "Extraños en el paraíso".
Pues resulta que en 2005, Jarmusch va y coloca en la banda sonora de "Flores rotas" al Mulatu Astatqé del disco reseñado en Babelia...
... y de repente, ¡Mulatu Astatqé es cool! ¡Tan cool, que actúa en el Sónar!
Pero en fin, mucho Jarmusch, mucho Sónar, mucho Elvis Costello, y lo que me he encontrado de música etíope actual me resulta bastante "música étnica genérica" en comparación con la exuberancia de los 60 y 70 (esto podría venir de Mali y no resultar muy diferente)...
... o suena pelín latosillo. O sea: que me puede gustar (de hecho, estas dos canciones me gustan), pero no es que sea exactamente "uno de los grandes flechazos musicales de mi vida".
Visto lo cual, da gusto que la música de "Éthiopiques" salga a la luz.
Quod erat demonstrandum: soy una carroza.
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