miércoles, 3 de noviembre de 2010

Hoy, ración razonable de cine musical

"Soul Train: The Hippest Trip in America". Un documental de VH1 con típico formato VH1, que todos parecen igual. Trata de algo sobre lo que no tenía ninguna constancia (!), con el mensaje totalmente opuesto al de los Last Poets: si quieres que las cosas cambien, no te quejes de que los niggers tienen miedo a la revolución y haz la revolución.

En cierto sentido, fue revolución lo que hizo el periodista, activista pro derechos civiles y presentador de televisión Don Cornelius, a su vez creador, productor y metonimia del programa "Soul Train", la respuesta afroamericana a "American Bandstand", el programa musical por antonomasia de la televisión norteamericana, donde muy contadas veces se veía un negro, y estamos en 1970. El programa empieza en Chicago, y a raíz de su éxito, Cornelius se propone retransmitirlo a todo el país, cosa que consigue en 1971; se va a Los Ángeles y allí el programa toma su seña de identidad: los bailarines, con sus pantalones de elefante, sus afros y sus sorprendentes movimientos: el breakdance tomó ideas de allí.

Todo el mundo, de color (negro). No me acuerdo cuándo dijeron que entró el primer blanco a cantar en el Soul Train, y eso porque cantaba "a lo negro"; en la película hay imágenes de la aparición de Bowie (otra vez) cantando "Fame" en 1975. (Años más tarde, Bowie confiesa que se le olvidó la letra mientras hacía el playback en el programa.)



El programa lo veían también los blancos, cómo no. Aún hoy hay una especie de barrera racial en los Estados Unidos, que se refleja en la música: hay música "urban" (es decir, negra), o rock (es decir, blanca); incluso hay listas separadas. Pero los 60 y 70 eran tiempos de hostias ("ni siquiera soñábamos con un presidente negro": no casualmente, estos sí mencionan a Obama), y entonces ya era una hazaña que un negro dirigiera un programa de cobertura nacional hecho íntegramente por negros - que además, llegó a ser el de mayor duración de la historia de la televisión norteamericana, con 35 temporadas y aguantando los embates de la música disco (que Cornelius no soportaba, pero antes que los gustos va el negocio), el rap (que Cornelius soportaba aún menos, pero antes que los gustos etc etc), la moda del perrea perrea (horror, qué vulgaridad) y la competencia de la MTV.

Hubiera sido mi programa favorito si lo hubieran pasado en TVE (la que había que era la 1: no podía ver ni el Popgrama porque no se podía ver el UHF en Burgos). Tenía música y baile. Y qué música: todo el A a la Z de la música negra sin excepción, incluyendo todos. Entre los chavales causaba furor y se aprendían los pasos de baile: Michael Jackson aprendió el moonwalk de verlo en el programa, según la película. Ésta fue la sintonía de 1973 a 1975: no encuentro la original del programa, pero sí la que se llegó a grabar en disco sin la letra "Soul train, soul train" por deseo expreso de Cornelius: quien se arrepintió después, en vista del superhit que fue, con el título "El sonido de Filadelfia" en España.



Si "Aplauso" fue conocido por su sección "La juventud baila", "Soul Train" tenía su correspondiente sección, "The Soul Train Line" (un grupo haciendo el pasillo a parejas de bailarines), costumbre que pasó a ser común en las fiestas americanas.

Y yo sin tener ni idea...



1 comentario:

  1. Que experiencia el Soul Train ese. Totalmente da la sensación de otra era, cuando ves aquellos cuerpos que realmente disfrutaban bailando y no se dedicaban a perpetrar esas tablas de gimnasia espasmódicas que tanto se llevan ahora.

    Qué bonitos los setenta, o qué traicionera la nostalgia. Parecían menos encorsetados, no?

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